Tobia Gioachino Collet trabaja como ingeniero de procesos en el Lead Center Oil Seals Powertrain & Driveline de Pinerolo. Junto con su abuelo se dedica también a renovar el chalé de su tatarabuelo en las montañas. He aquí su relato.
“Junto a la puerta hay una piedra donde aparece un año: 1910. Es el año en el que fue construido el chalé donde vivieron mis tatarabuelos Ferdinando y Ester –arriba, en lo alto de las montañas del valle Germanasca, en la región septentrional de Piamonte, cerca de Turín–. Por aquel entonces era una típica casa de montaña. En el semisótano, con una bóveda de piedra, se daba cobijo a los animales; de esta forma, su calor corporal podía ascender por los pisos a las plantas superiores. En la primera planta solo había una habitación cuyo punto central era una gran chimenea. Antiguamente, mis antepasados se reunían en torno a esta chimenea para charlar, cocinar, tricotar gorros de lana, hacer chalecos y bufandas. Los dormitorios se encontraban en la planta superior. Estos tipos de chalé eran construidos normalmente por dos albañiles y un aprendiz: los dos primeros levantaban las paredes, uno por el lado interior y otro por el exterior y, mientras tanto, el aprendiz traía las piedras que se encajaban entre las dos paredes.
Mi bisabuelo, de sobrenombre Ferrari
La siguiente generación, o sea mis bisabuelos, se mudaron un poco más cerca del valle. A partir de entonces usaban el chalé solo en los meses de verano cuando las vacas pastaban en los pastos localizados en lo alto de la pradera. Mi bisabuelo era un diestro constructor de trineos. Los mayores le pusieron en secreto el sobrenombre Ferrari, si bien sus vehículos, a diferencia de los coches deportivos de Maranello, estaban hechos sobre todo de madera. Su talento, unido al amor por los detalles, le ayudaron a construir los trineos más rápidos y duraderos de aquellos montes. Trineos que la gente usaba para transportar heno, madera y paja –no para divertirse–. Mi abuelo Renato heredó esta habilidad de mi bisabuelo. En un momento dado, mi abuelo empezó a renovar la casa de sus padres y también a acondicionar el chalé ubicado un poco más arriba en la montaña. El abuelo Renato es para mí un ejemplo, sobre todo, por saber unir él, literalmente, su amor por los detalles a las tradiciones de nuestros antepasados.
Un día Renato fue al chalé, que por aquel entonces se usaba como trastero para herramientas y máquinas viejas. Encontró una trilladora, una máquina para cribar trigo, y sin pensárselo dos veces decidió comprar un molino. Empezó a hornear pan, pero después de cinco años aún no estaba satisfecho con el resultado. Tras muchos años de realizar experimentos, finalmente encontró la masa correcta, que mezclaba con masa madre y cocía en el horno de madera. Todavía en la actualidad usamos esta receta.
Abuelo y nieto juntos en la renovación
Mi abuelo me transmitió su habilidad artesanal y el amor a las tradiciones. Quizá por eso a la edad de cinco años pedí para Navidad un banco de trabajo, con el cual construí un humidificador. A los diecisiete decidí pasar más tiempo con mis abuelos: la abuela Maura me enseñó a cocinar y a coser, el abuelo, el trabajo artesanal auténtico.
En una tarde de verano, el abuelo y yo empezamos a proyectar la renovación del chalé del tatarabuelo Ferdinando. Decidimos hacer nosotros mismos todo el trabajo, sin ayuda de empresas especializadas. Mi abuelo Renato en el papel de los dos albañiles y yo, en el del aprendiz. Era necesario renovar la cubierta del techo. Para ello construimos una especie de aserradora con la que podíamos fabricar nosotros mismos vigas a partir de troncos. Lo mismo hicimos con las
ventanas.
En la actualidad el proyecto sigue avanzando. Hubo un breve momento en el que pensamos convertir el corral en una sauna. Pero uno de mis compañeros propuso emplear ese espacio para almacenar queso, vino y hierbas. ¡Qué buena idea! En la primera planta se reunirá en el futuro la familia: la mesa va a ser el eje central de la habitación. Delante de la chimenea va a haber dos mecedoras, donde se podrán mantener amenas charlas. Imagino que mi abuela conversaba sentada en ellas mientras tejía. Una escalera va a llevar al dormitorio de la segunda planta. A lo largo de esta escalera, más tarde se podrán ver imágenes de la transformación del chalé paso a paso. Una cama, un ropero de madera y una cómoda van a completar algún día el mobiliario”.
