Steve Scheff el, colaborador del área Finance & Controlling de Freudenberg Sealing Technologies en Weinheim, inició en octubre de 2021 en la asociación Lebenshilfe de Bad Dürk heim (Land Renania-Palatinado) un año sabático de once meses de duración. En una charla con SEALING WORLD cuenta cómo usó ese tiempo y lo que más le impresionó.

Steve Scheffel vive con su mujer y sus tres hij os en el Estado federado RenaniaPalatinado de Alemania. En Finance & Controlling de Freudenberg Sealing Technologies (FST), está a cargo de los informes ESG. ESG es la abreviación de Environment, Social, Governance y responde a una iniciativa de la Unión Europea. Un informe ESG recoge el quehacer de una empresa en los aspectos ambientales (Environmental), sociales (Social) y de buena gobernanza (Governance).
Una ola del coronavirus llegó a Europa en el 2020. La mayoría de gente cuyo trabajo le permitía trabajar desde casa durante mucho tiempo, o sea el teletrabajo, así lo hizo. Poco después Steve Scheffel, que por entonces trabajaba en el área Risiko-Management/Internal Controls de Freudenberg Sealing Technologies (FST), se sentía asfixiado dentro de sus cuatro paredes. “De repente, prácticamente ya no teníamos ningún contacto social fuera de la familia. Nuestros tres hijos seguían las clases virtualmente desde casa y el deseo de salir se volvió irresistible”, recuerda él.
Puesto que mis hijos estaban aún en edad escolar, no era posible viajar a breve plazo o durante mucho tiempo. De aquí surgió en Scheffel el deseo de reorientarse profesionalmente durante un tiempo. En algún momento se le ocurrió la idea de tomar una baja no remunerada de un año en Freudenberg –o sea, un año sabático– y empezar un periodo de voluntariado en la asociación Lebenshilfe Bad Dürkheim (véase el recuadro informativo). Esta asociación dedicada a personas con alguna discapacidad intelectual ejerce múltiples actividades en una pequeña ciudad del Estado federado Renania-Palatinado. Ofrece varios talleres, entre otros para trabajar el metal, y también una carpintería, una explotación de horticultura, una granja ecológica, una escuela, centros geriátricos, e incluso está activa en el ramo de la viticultura.
“De octubre a febrero fui monitor de un grupo dedicado a agricultura y jardinería. Por la mañana, yo recogía a los compañeros y los llevaba a nuestro lugar de trabajo. Allí cortábamos el césped, recogíamos las hojas con un rastrillo, arrancábamos las malas hierbas, cortábamos setos, en fin, los trabajos típicos de jardinería”, cuenta Scheffel.
Las personas que trabajan en la asociación Lebenshilfe tienen pocas posibilidades de ser contratadas en el mercado laboral general. “Su grado de discapacidad se refleja en su fortaleza y autonomía, algunos necesitan más ayuda y guía, otros pueden llevar a cabo su labor por sí solos”, comenta Scheffel.
La segunda parte de su año sabático la pasó en un colegio especial para personas con dificultades de aprendizaje. Allí prestaba ayuda a los maestros en clases pequeñas formadas por cuatro a seis alumnos. Algunos alumnos tienen una legastenia severa, otros tienen trastornos del espectro autista. La enseñanza no tiene que seguir obligatoriamente un plan de estudios fijo, a los niños se les debe ofrecer sobre todo un ritmo diario regular.
Scheffel trabajó esencialmente en las clases de educación primaria. “Yo no tengo formación en pedagogía de educación especial. Dependiendo de la discapacidad, no siempre me resultaba fácil llegar a los alumnos. Por ejemplo, los niños que tienen manifestaciones severas de autismo con frecuencia no pueden expresarse o comunicarse con los demás. Por este motivo, a veces se muestran agresivos contra sí mismos o los compañeros de clase”.
Pero a menudo los niños que tienen autismo son acompañados por los denominados asistentes en integración escolar, los cuales prestan ayuda a los maestros y profesores. “A veces yo solo ayudaba a los pedagogos. Pero cuando faltaban profesores, yo también daba clases. Como en la escuela primaria no hay que seguir un plan de estudio fijo y los niños no tienen que conseguir objetivos de aprendizaje definidos, todo se puede hacer en forma de juegos. De lo que se trata es de ofrecer a los niños unas clases animadas y de entretenerlos”.
Preguntado sobre lo que más fascinación le causó en su trabajo temporal, Scheffel contesta: “Fue mi primer contacto directo con personas que tienen una discapacidad. Yo me sorprendí de mí mismo, de que no tenía miedo al contacto físico y de lo bien que me las arreglé”.
Sin embargo, más aún le impresionó lo que la asociación Lebenshilfe hace por la gente, pero también por la sociedad en general. “Me sorprendió la cantidad de autobuses con niños y adultos que llega cada día a Lebenshilfe. Esta organización social de Bad Dürkheim cubre una zona amplísima. Asimismo aprendí a tener un gran respeto por el extraordinario esfuerzo exigido a los familiares de niños con autismo, la enorme energía que cuesta cuidar a los niños y estar pendientes de ellos las veinticuatro horas del día”.
¿Él recomienda a otras personas tomarse un año sabático? “Sí, por supuesto que lo recomendaría”, dice Scheffel. “Pero es un asunto financiero, claro, ya que durante ese tiempo se gana muy poco. Ahora bien, yo no lo haría durante un periodo tan largo, pues es difícil volver a la rutina normal después de once meses”.
Lebenshilfe Bad Dürkheim
Fue fundada en 1965. Los padres y amigos de personas con una discapacidad intelectual y profesionales de asistencia social se unieron para fundar una asociación de autoayuda. De aquí surgió una comunidad basada en la solidaridad formada por personas con discapacidad intelectual, padres, familiares, amigos y patrocinadores, además de personal contratado. La asociación Lebenshilfe tiene por objetivo ofrecer y asegurar un espacio en la sociedad a aquellas personas que tienen una discapacidad intelectual, y asimismo fomentar el desarrollo de su personalidad para que en la medida de lo posible puedan llevar una vida independiente.
(Fuente: https://www.lebenshilfe-duew.de/)