Hace dos años que Michael Müller se mudó de Alemania a EE UU con su mujer estadounidense y sus cuatro hijos. Pero por muy alejados que estén su país natal y su país de acogida, se ha mantenido fiel a su profesión.

En Alemania, Müller trabajó primero en el área Automotive Sales de Freudenberg Sealing Technologies (FST). Más tarde, ya en la ciudad de Reichelsheim, pasó a Fluid Power Automotive donde se dedicó al tema de juntas para aplicaciones, sobre todo, en la transmisión, el climatizador, la dirección y la amortiguación. En calidad de Marketing Manager en Fluid Power Automotive, ahora ejerce su actividad laboral en Freudenberg-NOK Sealing Technologies (FNST), en la ciudad de Findlay.
Pues bien, durante la pandemia del coronavirus, Müller trabaja dos veces a la semana desde el despacho de su hogar situado en la pequeña ciudad universitaria Bowling Green, a media hora en coche, al norte de Findlay. Cuando mira desde su ventana, ve una verdadera obra de arte, que él mismo proyectó y construyó con sus propias manos: un pabellón, conocido también como gazebo o cenador.
Michael y Crystal Müller están contentos con su pabellón de madera de marca propia.
EMBALAJE DE ULTRAMAR CONVERTIDO EN GAZEBO
La construcción presenta varias particularidades. El gazebo en Ohio está hecho prácticamente de madera procedente de bosques del Sur de Alemania. Este material de construcción sirvió, a su vez, de embalaje de ultramar para una prensa Wickert enviada desde Alemania, que entró en servicio en el año 2020 en la sede de Findlay.
“Cuando vi la madera detrás de la fábrica, me pareció que era una pena que se echase a la basura o se incinerara. Por eso pregunté si me la podía llevar a casa”, recuerda Müller. Pasó varios descansos del almuerzo en preparar las vigas y tablas para poder transportarlas en el maletero de su vehículo privado. Llegado a casa, el material de embalaje ya liberado de más de 1.000 clavos fue depositado en el garaje.
“La verdad es que me quería hacer un banco de trabajo o estanterías para mi taller. Pero mi mujer tuvo una idea mejor”, cuenta él. En un parque le llamó la atención un gazebo. Y entonces deseó tener uno así también en su propio jardín.
TRABAJO DE PRECISIÓN
Rápidamente convenció a Müller, quien echó mano a lápiz y papel, y dibujó esbozos del pabellón con una planta octagonal. En agosto de este año empezó entonces con las obras, después de hacerse con las necesarias herramientas de 120 voltios, desde diversas sierras hasta una regruesadora.
“Al construir un octágono grande, se le coge gusto a la precisión. El trabajo exacto es el principio y el fin”, informa él sobre su experiencia artesanal, y añade: “Gracias a esto, ahora el gazebo es realmente robusto y resiste también el viento que sopla aquí algunas veces”. Especialmente le llena de orgullo la construcción del afiligranado tejado octogonal, sostenido por 16 vigas que están de forma precisa a ángulos de 22,5 grados. ¿El motivo de que las ocho vigas en los rincones alcancen su total longitud, mientras las ocho centrales sean más cortas? “¡De lo contrario, la madera no hubiese alcanzado!”.
También en los alrededores de su hogar, la construcción pintada completamente de blanco es tema de conversación. “Nuestros vecinos de China ya han ofrecido inaugurar el gazebo una vez terminada su construcción proyectada para octubre, tomando una taza de té chino”, cuenta Müller a finales de septiembre. Si el tiempo otoñal lo permite, en él caben perfectamente de seis a ocho personas. También con ocasión de la Fiesta de la Cerveza de octubre, en Findlay, le hablaron de su obra de construcción. La pandemia hizo difícil durante mucho tiempo relacionarse con las personas de la localidad, e intensificar los contactos sociales en su nuevo lugar de residencia. El gazebo es ahora una especie de catalizador para ello. Hay que ver para todo lo que puede servir la reutilización sostenible de un valioso material …